Dije Azul nació en enero del 2018.

Cómo surgió? En realidad, el proceso fue mucho mas largo y complejo de lo que podría escribir, pero supongo que todo se resume en una palabra: evolución. Desde que puedo recordar, siempre he querido tener mi negocio. En mi adolescencia, cuando no sabía mucho sobre el tema y cuando me preguntaban a que me quería dedicar, me limitaba a decir que “yo quería trabajar para mí”. Sin idea de lo que eso significaba, con muchas dudas y poco conocimiento de hacia donde me quería dirigir, escogí una carrera y comencé a estudiar con la esperanza de algún día saber lo que en realidad quería hacer. Sin embargo, sucedió de la manera que menos esperaba; espontáneamente. Para ese entonces, acababa de cumplir 20 años, tenía un niño de 4 añitos y nos encontrábamos desarrollando un hogar y una familia. Yo me quedaba en casa, cuidando a mi hijo y mi esposo trabajaba. Una mañana, entre las tantas cosas que me aparecieron en el news feed de Instagram, vi una muchacha que se dedicaba a hacer accesorios con papel. En aquella publicación contaba como había crecido desde sus comienzos y recuerdo que en ese momento pensé “Si ella pudo, por que yo no?”. Salí de Instagram y busqué en Google tiendas de bisutería cerca de mí. Por suerte había una en mi pueblo y en un par de minutos ya estaba frente a ella. Sin ningún conocimiento, llena de miedo y con el corazón a mil, entré y me dirigí a una de las empleadas. Recuerdo que le dije: “De esto no se nada. Que necesito para comenzar? Lo más básico, lo esencial…”. Tomé las herramientas esenciales, unas pocas piedras y uno que otro pendant. Tomé los únicos $200 que nos quedaban en la cuenta y compré los materiales. Al llegar a casa, puse todo sobre la cama y me dije… “y ahora?” No sabía para que se utilizaba ninguna de las cosas que había comprado. ¿Cómo se supone que cree diseños? Si no se nada de esto. Y peor aún, ¿Cómo se supone que cree diseños que a otras personas les gusten?”
       Después de este día, el resto es historia. Una historia que ha tenido altas y bajas, una montaña rusa de emociones, pero sobre todo un crecimiento increíble (aunque todavía nos queda mucho, pero es importante ser conscientes del crecimiento que si se ha logrado). Y no hablo solo de la marca, sino también de mí. Porque nuestro proyecto es reflejo de quien somos y en quien nos vamos convirtiendo. Dije azul es sacrificio, lágrimas, miedos, dudas, pero también son pruebas superadas, disciplina, consistencia… Dije azul es un sueño que mi mente no sabía que tenía pero que mi corazón siempre albergó y al cual la vida me redirigió. Y sobre todas las cosas, Dije Azul es un salto de fe y esperanza, para mi y para mi familia. Han pasado cuatro años desde mis comienzos hasta el día de hoy y si te soy sincera, he cambiado del cielo a la tierra pues comencé este camino siendo sumamente inconsistente. Al principio, no veía los resultados que quería y eso me desanimaba. Dudaba de mis capacidades y eso me atrasaba. Me cuestionaba si realmente lo que estaba haciendo era viable y eso me impedía desarrollarlo.Pero se puede decir que esto fue mi metamorfosis. Esto me llevó a vivir retos que me cambiaron, me enseñaron y me hicieron la persona y profesional que soy hoy. Si te encuentras en tus comienzos, quiero que sepas que todo eso es normal. Lo que no deberías permitir que sea normal es el te dejes dominar por el miedo. Abraza el miedo, es parte de la experiencia, pero no te detengas. Sigue avanzando aunque lo tengas que llevar contigo.
          Te hablo por experiencia, créeme. Pues aquí estoy, después de 4 años, en medio de los preparativos para el lanzamiento de una nueva colección… tomo un momento, me detengo y decido escribir esto porque sé que debe haber personas pasando por lo mismo que yo pasé. Viviendo con el deseo de desarrollar un proyecto, trabajar por un sueño, pero estancados entre el miedo y los señalamientos. Por esto hoy te invito a tener presente siempre que cada paso que damos se compone de lecciones y obstáculos superados, cada paso es una pequeña victoria. Y podremos intentar describir o contar nuestra trayectoria para inspirar o motivar a otros, pero jamás nadie podrá saber y/o entender del todo lo que hemos pasado. Nadie sabrá mejor que uno mismo lo que costó dar cada paso en el camino. Olvídate del ritmo al que vas, no existe el muy despacio, pues la velocidad es sumamente irrelevante. Cada cual tiene un peso diferente en sus pies, a unos les cuesta mucho mas que a otros dar un paso hacia adelante. Vivimos para establecernos metas e ir tras de ellas. En el camino podemos toparnos con personas que van tras lo mismo, sin embargo, el camino puede ser tan distinto para todos, incluso a pesar de que el norte sea el mismo. Sudamos las metas de forma diferente, las trabajamos en diferentes niveles de dificultad. Lo que para unos pudo ser sencillo y fácil, a otros les pudo haber costado más lágrimas y muchos más “no puedo ya”. Por esto, no permitas que nadie minimice tus logros, solo tu sabes el esfuerzo que le regalaste, los desvelos que pasaste y las mil veces que tu deseo de lograrlo venció la tentación de dejarlo. CELÉBRATE. Y hazlo en grande, porque pocos podrán entender cuanto lo soñaste y lo duro que fue hacerlo realidad.

 

Con cariño, Adriana.

 

 
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June 26, 2022 — Adriana Cordero

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